Identificar y evaluar los peligros: Detectar posibles peligros biológicos, químicos y físicos que puedan afectar la seguridad alimentaria durante la producción y procesamiento de alimentos.
Controlar los puntos críticos: Establecer puntos críticos de control (CCP) en el proceso donde se deben aplicar medidas para prevenir, eliminar o reducir los peligros a niveles seguros.
Garantizar la seguridad alimentaria: Prevenir la contaminación y asegurar que los productos sean seguros para el consumo, protegiendo la salud del consumidor.
Cumplir con las regulaciones: Asegurar el cumplimiento de las normativas nacionales e internacionales sobre seguridad alimentaria.
Prevención de riesgos: Ayuda a identificar y controlar los peligros antes de que lleguen a afectar la seguridad del alimento, reduciendo los riesgos de contaminación.
Mejora de la calidad y seguridad: Aumenta la calidad de los productos alimenticios, garantizando que sean seguros y aptos para el consumo.
Cumplimiento normativo: Facilita el cumplimiento de las leyes y regulaciones de seguridad alimentaria nacionales e internacionales.
Aumento de la confianza del consumidor: Mejora la reputación de la empresa al demostrar un compromiso con la seguridad alimentaria y la calidad.
Reducción de costos: Al prevenir problemas de seguridad alimentaria, reduce los costos asociados a retiradas de productos, reclamaciones y pérdidas de clientes.
Mejora continua: Fomenta la mejora continua de los procesos de seguridad alimentaria mediante la revisión constante de los controles y procedimientos.